Asia y África son los dos continentes a los que tiene previsto viajar el Papa Francisco en 2017. En el primer caso ya se ha anunciado la visita a India, mientras que uno de los sueños del primado de Roma es llegar a un acuerdo político para poder visitar también China.
Los movimientos diplomáticos con el régimen comunista chino no son fáciles. El Vaticano ha debido pisar con pies de plomo para no ceder en cuestiones fundamentales, al tiempo que mantiene vías de encuentro con las autoridades. Todo en un país donde no hay libertad política ni religiosa.
Frente a la visión habitual de la Iglesia Católica como una entidad europea y americana, están los datos oficiales del Anuario Pontificio. Según el último informe publicado, los católicos han crecido en África un 41%, entre 2005 y 2014, con un aumento de la población de 23,8%. En el continente asiático también se ha registrado un aumento de católicos superior al de la población (20% frente al 9,6%).
Y quizá el dato más significativo se refiere al incremento de los sacerdotes y religiosos. Frente al descenso de su número en Europa, en África han experimentado un aumento del +32,6% y en Asia del +27.1% en el mismo periodo.
Los datos reales de la Iglesia en China son difíciles de conocer, ya que en gran parte se trata de una Iglesia de catacumbas. Es precisamente ese hecho el que este Papa quiere revertir, tratando de abrir las puertas de la fe en ese gran país.
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