Archivo | enero, 2014

La comunicación y los «suicidios accidentales»

6 Ene
Ngo Dinh Diem. Presidente de Vietnam del Sur, asesinado en 1963.

Ngo Dinh Diem. Presidente de Vietnam del Sur, asesinado en 1963.

John F. Kennedy no fue el único presidente de un país asesinado en noviembre de 1963. En Corea del Sur, unas semanas antes, habían arrestado y asesinado al presidente Ngo Dinh Diem y a su hermano y hombre de confianza, Ngo Dinh Nhu. Un grupo de militares, respaldados por la CIA, depusieron a quien había logrado el final del colonialismo francés y ahora se negaba al americano.

Tras el asalto al palacio presidencial, los dos hermanos lograron burlar a los golpistas e intentaron recabar apoyos de militares leales desde un refugio. Pero en pocas horas se dieron cuenta de que no contaban con ningún respaldo entre las fuerzas armadas, por lo que al día siguiente, el 2 de noviembre de 1963, tras asistir a Misa, decidieron entregarse a los generales. Lo hacían a cambio de un exilio inmediato. Pero la realidad es que en fueron ejecutados en el mismo vehículo que les debía conducir a un cuartel del Ejército.

La versión oficial de las nuevas autoridades del país fue determinante: «Los hermanos Ngo se han suicidado». Una comunicación rotunda que contrastaba con las fotos que testimoniaban ambos decesos, en las que figuraban ¡con las manos atadas a la espalda! Una posición que no facilita el tiro en la nuca que había puesto punto final a sus vidas.

En medio del caos que rodeó a esos primeros días, los generales que tomaron el poder en el Sur de Vietnam se dieron cuenta del error y decidieron arreglarlo con un comunicado en el que hablaban de «suicidios accidentales». Si había un modo de arruinar la credibilidad de los militares que tomaban el poder, lo habían conseguido desde el primer día. Su interés por desmarcarse de unos asesinatos sin ningún tipo de juicio ni posibilidad de defensa, fracasó de forma estrepitosa.

El general que lideraba el golpe Dương Văn Minh consiguió fundamentar su gobierno en dos pilares: crimen y mentira. Bastó con un comunicado oficial que al cabo de unos días tuvo que sustituirse por «muertes accidentales» para intentar superar el bochorno internacional. La junta militar que presidió este personaje apenas se mantuvo tres meses en el poder, con un país que poco a poco se iba descomponiendo y convirtiéndose en un campo de batalla entre comunistas y norteamericanos.

Hay despropósitos que no tienen fácil arreglo. Pero lo que socava cualquier autoridad a una institución es tomar a los ciudadanos por imbéciles. La mentira puede ser útil a corto plazo (no ocurrió en este caso), pero casi siempre causa más daño y complica más las situaciones que afrontar la verdad. El lapsus de las «muertes accidentales» será difícil de superar en la historia.

@AntonioOlivié